CLÁSICOS

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Un barco clásico es siempre un valor seguro. Son muchos los argumentos a su favor. Su tecnología, bien experimentada por el paso del tiempo. Su estilo de navegación, suave y sin estridencias. Su diseño de proverbial elegancia. Su historia, siempre muy peculiar y llena de interés. Un barco clásico mantiene su valor mejor que un simple usado. Y se revaloriza mucho más rápido también.

Los barcos de madera han sido objeto durante años de una terrible mistificación. El mantenimiento de un barco de madera no está fuera del alcance de nadie. Cualquiera puede realizar los trabajos básicos de lijar, barnizar y otras pequeñas intervenciones que se requieren, igualmente, en un barco de fibra (pulido del gel-coat y de los aceros, por ejemplo). Estos trabajos hacen parte de la vida del barco y su ejecución aumenta el placer de poseer una obra de arte.

A todos nos falta tiempo en la estresada vida moderna. Pero los propietarios de un clásico encontramos siempre el tiempo que dedicar a una rápida lijada, a un golpe de pincel que dará nueva vida a nuestro barco, tan antiguo y siempre tan nuevo.

Los clásicos de fibra también tienen sus propios rasgos de nobleza: pertenecen a una época en que para poder vender un barco, los astilleros tenían que desplegar todas sus mejores capacidades; todo su arte de la construcción y realizar el «mejor barco del mundo» según sus posibilidades. Los clásicos de fibra son robustos, elegantes, con unos acabados que hoy impresionan por su calidad e ingenio. Su valor de mercado está muy por debajo del valor real como barcos y merecen la atención de los apasionados.

Los clásicos modernos son barcos que a veces se diseñaron hace muchos años y que, por su enorme éxito o por la pasión de sus constructores, siguen en producción hoy en día, para el regocijo de sus propietarios y de todos nosotros, al verlos navegar. También proponemos barcos más recientes, con un sabor o un estilo antiguo. Los hay de todos los tamaños y precios, de madera y de fibra, y vale la pena echarles un vistazo, antes de comprar un barco «normal».